La comunicación sobre salud pública es un intento sistemático de influir positivamente en las prácticas de salud de las poblaciones, basándonos en las estrategias de marketing social para seleccionar y sementar al público diana. Con la comunicación sobre salud se pretenden promover productos y servicios, llevar a cabo un análisis del comportamiento e identificar las percepciones y valores que mantienen los consumidores.
A su vez, la conducta comunicativa de los medios exige, para que sea eficaz, un código compartido que permita que el mensaje emitido llegue sin problemas al receptor, así como una estructura social que lo integre.
Cada vez son más frecuentes y preocupantes los informes que dan organismos internacionales y regionales sobre la situación de salud en general, y de alimentación y nutrición humana en particular, siendo los relativos a los países menos desarrollados de África, Asia y Latinoamérica, los de mayor impacto, por los niveles de enfermedad y muerte relacionados con la alimentación. Sin embargo, países como Estados Unidos y algunos de Europa, del conocido mundo desarrollado, aumentan cada día las cifras de enfermos por cuestiones también alimentarías pero debido a causas distintas a las de aquellos en vías de desarrollo, no siendo por ello menos alarmantes.
Vale la pena señalar, que si hay algo que comparten todas las profesiones y disciplinas de la salud es su función educativa. ¿Están los profesionales de la salud, como educadores, siendo competentes frente a las necesidades que les demanda la sociedad? ¿La formación de dichos educadores se corresponde con tales demandas? ¿Qué modelos pedagógicos abordan los diferentes currículos de salud para que sus profesionales puedan ofrecer educación en su campo profesional? ¿Se está investigando en educación para la salud, entendida como aquella dirigida a los usuarios y no a los profesionales, desde los procesos de enseñanza y aprendizaje? ¿Se están tomando referentes de la pedagogía y otras disciplinas para la aplicación en salud? ¿Se han validado? ¿De qué manera o en qué se apoyan las acciones educativas ejercidas por los profesionales de la salud que llevan pocos y muchos años laborando? ¿En qué marcos de referencia pedagógica se apoyan? ¿Han cambiado los modelos y teorías de la educación para la salud? ¿Hasta dónde se han apropiado de ellas los profesionales en su práctica diaria?
Por otro lado, si bien durante años, la familia ha sido el núcleo de formación de los hábitos alimentarios, en la actualidad, además, la conducta alimentaria está determinada por diversos factores, algunos de los cuales no se relacionan directamente con los alimentos: sociales, económicos, publicitarios, culturales, etc. Este hecho, muestra la relevancia de incluir a servicios de restauración colectiva y medios de comunicación en el proceso de educación nutricional de la sociedad, ofreciendo una alimentación equilibrada fuera de casa y proporcionando información real acerca de los diferentes alimentos que se dan a conocer en dichos medios. Una correcta educación nutricional podría conseguir la instauración en la sociedad actual de correctos hábitos alimentarios que actúen como factores de prevención de enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes o diferentes tipos de cáncer de origen alimentario, entre otras, muy frecuentes en la actualidad.
En el presente, una gran mayoría de programas de educación nutricional están enfocados a la prevención de la obesidad infantil, cada vez más frecuente en la población. De todas formas, todos intentan instaurar buenos hábitos de alimentación y ejercicio físico, por lo que no sólo se puede evitar la obesidad sino también el desarrollo de otros tipos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Algunos ejemplos de programas de prevención son:
- El Proyecto de Karelia del Norte (1972-1997), con el objetivo principal de reducir la mortalidad por enfermedad cardiovascular en hombres de 35-64 años, en los que se objetivaron cambios alimentarios generalizados tras la intervención (Puska, 2001).
- Countrywide Integrated Noncommunicable Diseases Intervention Programme (CINDI) (Programa Nacional Integrado de Intervención contra Enfermedades No Transmisibles) (1985-1992):(OMS, 1996). Algunos de los programas de intervención fueron la educación nutricional y los programas dirigidos a la juventud.
- El Programa de Salud Cardíaca de Pawtucket (1980-1991), que determinó si la educación comunitaria con una estrategia activa podría generar modificaciones en los factores de riesgo cardiovascular.
- Programa Escuelas Saludables (Shi-Chang, 2004), cuyo objetivo era mejorar el estado de salud y nutricional de los estudiantes, del personal escolar y de los padres de los alumnos. Comprobaron un año y medio después que mejoraban los conocimientos, las actitudes y la conducta alimentaria de dichos grupos.
- En el Reino Unido se utilizó también el mismo programa pero con un componente más: Esquema Nacional de Consumo Escolar de Frutas (Dept of Health, 2002), que potencia una alimentación más saludable para los escolares de 4 a 6 años, dándoles una pieza de fruta diariamente.
En estos programas parece ser que la práctica y la metodología se introducen en el concepto de educación nutricional, lo que hasta ahora no se había llevado a cabo. La educación nutricional como tal, debe respetar la evolución y el desarrollo del individuo, potenciar sus cualidades, motivar e interesar al individuo por el aprendizaje de conocimientos y la adquisición de habilidades y destrezas, respetar las convicciones de los demás sin abdicar de las propias, desarrollar la capacidad de análisis de las situaciones y problemas que afectan a su vida y salud y afirmar su juicio crítico para la toma de decisiones. Estos aspectos hacen posible que la educación nutricional consiga cambiar conductas y actitudes además de lograr un buen nivel de conocimientos teóricos que dan capacidad crítica al individuo acerca de temas relacionados con la alimentación. Este tipo de educación debe estar introducida en las bases de la enseñanza de niños y adolescentes, obteniéndose mejoría en la alimentación y pudiendo así prevenir enfermedades como los TCA, frecuentes en estas edades.
El medio social, ha sido el responsable de muchos de los cambios producidos en los hábitos alimentarios, además de favorecer el desarrollo de conductas que nada tienen que ver con las recomendaciones para el mantenimiento de un correcto estado de salud. Son muchos los hábitos erróneos que en la actualidad dificultan llevar a cabo una correcta alimentación, a continuación se citan algunos de ellos:
- Horarios irregulares: en tiempos pasados todas las actividades se adaptaban a los horarios de comida, sin embargo esto ha cambiado en la actualidad, y son los horarios de comida los que se adaptan al resto de actividades como el trabajo, los programas de televisión, el ordenador (concretamente el uso de internet), los videojuegos o las salidas con los amigos, entre otros. Este hecho provoca que los horarios de las comidas no se mantengan a lo largo de la semana, viéndose esto afectado especialmente durante los fines de semana, que se han convertido en sinónimo de descontrol en cuanto a las comidas.
- Durante el fin de semana también se afecta el descanso cambiando las horas para acostarse y levantarse, y alterando por tanto la realización de ciertas comidas como la media mañana (ausente en la mayoría de los casos ya que se desayuna tarde como consecuencia de acostarse y levantarse tarde), imperan las comidas fuera de casa, la comida rápida, los refrescos y el alcohol. La desorganización a lo largo de la semana, más llamativa en el fin de semana, provoca importantes desajustes desde el punto de vista físico y psicológico en el ser humano, ya que todo individuo necesita un mínimo de orden y disciplina.
- Comidas acompañadas por la televisión: como se acaba de mencionar, los horarios de comidas se adaptan al resto de actividades de cada individuo, y generalmente las actividades de cada miembro de la familia son distintas (trabajos, clases, salidas con amigos, internet, distintos programas de televisión, etc) lo que provoca que la comida en familia, tan importante hace 30-40 años haya desaparecido prácticamente en la actualidad ya que cada uno come a horas distintas. La comida delante del televisor hace que el acto de comer se convierta en una acción mecánica que la persona realiza de forma rápida para terminar y hacer otra cosa o de forma lenta si el programa/serie/película que están televisando es mínimamente interesante. Todo hecho mecánico conlleva la presencia de rutina y monotonía.
- Es curioso el hecho de utilizar la televisión, específicamente los dibujos animados, cuando un niño no quiere comer. Esta técnica es muy utilizada por los padres, interesados en que los niños coman pero sin saber las consecuencias de este hecho, a simple vista insignificante ya que consiguen su objetivo, porque ¿qué puede ser más importante que lograr que el niño coma? Pues bien, utilizar esta técnica provoca que el niño no sepa distinguir sabores, dado que su atención está centrada en la televisión, impidiendo un correcto desarrollo del sentido del gusto, además de afectar a la identificación de las señales de hambre y saciedad, provocando al mismo tiempo que el comer se transforme en algo mecánico.
- Monotonía en la alimentación: se refiere al “sota, caballo y rey” de la alimentación. En la actualidad, la falta de tiempo, la escasa importancia de la alimentación, el culto al cuerpo (peluquería, manicuras, limpiezas de cutis, gimnasios) o el añorado descanso entre otros, conllevan un escaso interés culinario en las familias, consiguiendo que todas las semanas estén presentes los mismos platos en los almuerzos (con el típico “hoy lunes tocan lentejas, igual que todas las semanas”) y que las cenas consistan en bocadillos, pizzas, hamburguesas, embutidos, fritos, algún yogur o una pieza de fruta. Esta rutina y falta de interés se extiende hasta el punto de no comer legumbres dada su “dificultad” para cocinarlas: “¿Unas lentejas? Uffff...yo cuando llego a casa tan cansada me tiro en el sofá, no puedo ponerme a hacer unas lentejas...” (lentejas: cocer junto a la verdura). Esto es debido a la comodidad a la que el ser humano está acostumbrado en la actualidad, que como se puede apreciar, se ha extendido al campo de la alimentación.
- Se puede observar además la importancia que el culto al cuerpo tiene con respecto a cuidar la salud. Para tener “buena presencia” no tiene importancia alguna perder 2 horas en una peluquería o en algún centro de estética, y siempre se tiene tiempo, sin embargo, el cocinar unas lentejas (por seguir con el mismo ejemplo) sí conlleva “una pérdida de tiempo”. No obstante, tener el cabello o el cutis perfectos no va a impedir el desarrollo de ningún tipo de enfermedad, mientras que una correcta alimentación sí.
- Esta monotonía conlleva una alimentación poco variada y por tanto nada equilibrada, disminuyendo el consumo de ciertos grupos de alimentos hasta su ausencia como las citadas legumbres o las verduras, por ejemplo, alejándose la alimentación, cada vez más, de las recomendaciones para mantener un correcto estado nutricional.
- Comer sólo lo que más gusta: esta monotonía y “falta de tiempo” provoca que la alimentación se componga de aquéllos alimentos preferidos por cada individuo, dando lugar a importantes déficits nutricionales. Esto se acentúa con la costumbre de realizar distintas comidas en casa a gusto de cada miembro, en lugar de una misma comida para toda la familia. Con esto se consigue que los niños no se acostumbren a probar y reconocer distintos sabores, así como a comer ciertos alimentos que no son de su agrado pero sí fundamentales en la alimentación. Un ejemplo es el consumo de verduras o pescado, deficitario en niños y adolescentes (y que por tanto también lo será cuando sean adultos) dado que siempre que hay para comer alguno de dichos grupos, para ellos se preparan, en muchas ocasiones, otros alimentos que prefieran.
Estos hábitos de alimentación llevados a cabo por la población actual, son en gran medida impuestos por la sociedad, que empuja a su realización por parte de los individuos como criterio para ser reconocido y aceptado por su grupo, penalizando los gestos antisociales. Por tanto, es indispensable intervenir en la propia estructura social, en la jerarquía de sus valores y en las motivaciones y estímulos que potencia, para modificar los hábitos erróneos hacia patrones más saludables.
En los programas de educación nutricional deben ser tenidos en cuenta los medios de comunicación y su influencia en el consumidor, ya que ofrecen en muchos casos información confusa y contradictoria de distintos productos para conseguir su venta, aprovechando la debilidad del consumidor y sus escasos conocimientos sobre alimentación, sin considerar las consecuencias que acarrea esto para su salud. Los medios muestran al consumidor una utopía: mensajes atractivos o productos cuya eficacia está certificada por “estudios científicos”, nada de sacrificios, renuncias ni esfuerzos. Esta influencia es más importante en determinados grupos caracterizados por su vulnerabilidad como los niños y los adolescentes. Por ejemplo, esta información mal interpretada lleva en algunos casos a la obsesión por la alimentación desarrollando patologías como los TCA. Por este motivo, es importante que la educación nutricional se lleve a cabo desde la infancia, tratando aspectos.
Como el aumento de la capacidad de análisis para interpretar de forma correcta la información dada a través de los medios y así conseguir que la sociedad sea capaz de criticar dicha información basándose en conocimientos recientes de alimentación y salud.
Un buen nivel de educación nutricional se adquiere cuando la población toma consciencia y se hace responsable del cuidado de su salud, siguiendo las pautas y recomendaciones expresadas por la comunidad científica y los organismos nacionales e internacionales que se ocupan de proteger la salud. Además deben saber la importancia que tiene el conocer las bases de la nutrición y los factores que afectan a su salud, así como adaptar la dieta a las distintas circunstancias y etapas vitales.
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